Un implante dental es un procedimiento odontológico que permite reemplazar la raíz de un diente con un perno de titanio biocompatible. Este perno es similar a un pequeño tornillo en el cual luego se coloca un diente artificial que reemplaza al diente faltante y que tiene el mismo aspecto y cumple la misma función.

Los implantes dentales además pueden ser utilizados para sostener una corona, un puente o una prótesis de una manera más segura y funcional. Los implantes dentales no sólo tienen mejor estética que las prótesis removibles, sino que también mejoran la eficacia masticatoria y fonética, aumentando así la calidad de vida del paciente. Este tratamiento es uno de los más exitosos ya que alcanza un 98% de efectividad y su principal beneficio es un soporte sólido para todos dientes nuevos.

Etapas en la colocación de un implante dental

El método de colocación de un implante dental depende del tipo de implante y del estado de la mandíbula, pero podemos decir que se divide en dos etapas principales:

1. Colocación del implante dental propiamente dicho dentro del tejido óseo mediante una cirugía corta y poco dolorosa que se utiliza anestesia local. Luego de la cirugía y por un período de 3 a 4 meses se produce el proceso de osteointegración, en el cual el implante dental  de titanio se fusiona con el hueso de la mandíbula, de manera que no se deslizará ni causará ningún daño en la boca. Durante ese tiempo hay que seguir las recomendaciones de higiene que indique el profesional para evitar complicaciones y usualmente se coloca una prótesis provisional.

• Colocación de la corona, puente o prótesis sobre ese perno que ya está integrado en el hueso de la mandíbula. Los materiales disponibles permiten que las prótesis tengan mejor adaptación y apariencia muy similar a los dientes naturales. También mejoran la masticación de alimentos, la higiene bucal y la expresión oral.

Pruebas que se realizan antes de colocar un implante dental

Normalmente, lo primero que hace el odontólogo especialista es una prueba de imagen, que permite obtener una buena visión del hueso y así verificar que es posible implantar en él la nueva pieza de manera segura y efectiva. También  explora la encía para ver si está sana o si es necesario realizar algún tratamiento previo para curarla. Por otro lado, hay que valorar la oclusión de la boca, es decir, cómo se muerde, para asegurarse de que la zona del implante no recibirá más presión de la adecuada.

Por lo general, los implantes dentales son la mejor opción en los siguientes casos:

• Cuando existe uno o más dientes faltantes.
• Cuando la mandíbula ha alcanzado su crecimiento completo.
• Los huesos son adecuados para asegurar los implantes o recibir un injerto óseo.
• Los tejidos orales están sanos.
• No hay presencia de enfermedades que puedan afectar la sanación ósea.
• Imposibilidad o rechazo a usar dentadura postiza.
• Cuando es necesario mejorar el habla.
• Existe un compromiso para someterse a un proceso que dura varios meses.
• La persona no consume tabaco.

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